Ahora cambias las horas del reloj
que nunca se ha parado.
El minutero indica seis mentiras,
en punto el segundero.
Falaz tu intervalo
cuando viajaba disfrazado de maltrato,
ahora se ha convertido en propio infierno.
Escondes tu palabra con silencio.
Recuerda el apellido:
somos, aunque no lo quieras,
descendientes de un honesto relojero.
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Jesús Arroyo ©
7 comentarios:
Hola, Jesús:
Tal vez, por culpa de aquel relojero, es que ahora somos esclavos del tiempo.
Un abrazo.
muy original,
bien por ti, saludos
El péndulo y su vaivén latiendo,
pero el tiempo en su, tu nombre,
pautará apellido a nuestros hijos,
grabado al yunque de herencia.
Seguro que estaría orgulloso de ello, como tu reflejas estarlo.
Besotes
Somos descendientes de un relojero que nos convirtió en sus esclavos, seguro que lo hizo para que le buscáramos tanto tiempo perdido.
Tú no pierdes nada, ganas todo con poemas como este. Me ha gustado.
Abrazos.
Impresionante manera de medir un tiempo de mentiras y es que encima me gusta... y mucho.
Besazos grandes como tú mi chico grande
Ah!, si aprendiésemos del relojero!.
Componer y descomponer las piezas elementales del tiempo. Hacernos eternos con él en este ir y venir de segundos huidizos.
Vengo de comentar otro tiempo y me encuentro tu reloj en la hora en punto. La que marca la ausencia; la que dice del dolor.
Voy a atrasar ahora mismo todos los relojes de mi casa: tengo que recuperar el tiempo perdido.
Rafael:
No del que yo digo.
Abrazo fuerte.
Omar:
y por ti
Saludo
Esther:
SEGURO y tú lo sabes muy bien.
BEsazo.
Alex:
Te esperamos, amiguete, en la feria del libro para disfrutar de muuuuuuchos poemas.
Abrazo fuerte.
Rosa:
¡Jo! mira que me mimas.
Besito.
Manuel:
Tú también me mimas y MUCHO.
Abrazo fuerte.
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