jueves, 31 de enero de 2008

EL SAPITO Y LA PRINCESA

Quiero, en primer lugar, pedir pedón por alguna palabra no muy poética pero que en ese momento rimaba.

Este poema está dedicado a Maitetxu, amiga valiente y decidida, que un día se encontró con un sapo y no dejó que el anfibio se hiciera su amigo.
**

Un oscurito sapito,
del agua se refugiaba
y al llegar la noble dama
le saludó con un grito.

Tal fue de agudo el saludo
y tan fuerte su potencia
que yo, pidiendo clemencia,
creí que violación hubo.

Y saliendo todos prestos
de cocinas a salones,
dije…”tócate ya los cojones,
a mi no me das mas sustos”

Y la princesa corría
cuando el sapo soñoliento
salió al campo sin aliento
a ver las nubes del día.

¡Ay! dama… ¡princesa mía!
si esto te pasa con sapos
me rompo yo los harapos
de la risa que daría…


= = =

Chechu Arroyo
copyright Chechu Arroyo ©

7 comentarios:

Maite dijo...

gracias por este poema, me he reído recordando aquéllo. La verdad es que me has alegrado el día, gracias, amigo.

Merce dijo...

Hay mucho sapo suelto....y hay que tener un cuidado...

Jesús Arroyo dijo...

Maite:
Anda, anda, anda...

Merce:
Las ranas creo que son peores...

Moony-A media luz dijo...

Jajajaja, precioso sapito. Qué mala prensa tienen y lo majetes que son. Dicen que algunos hasta se convierten en príncipes.

Un beso grande.

Jesús Arroyo dijo...

Moony:
No me ves a mi???

Mª Rosa Rodríguez Palomar dijo...

La verdad que yo hubiera hecho mo Maitetxu, no me hubiera detenido a hacer amistades con el sapo, tampoco con ranas si las hubiera encontrado.

No sé por qué, porque hay algunos que bajo mejor aspecto, son peores, pero ¡mira! ya no creo que cambie respecto a anfibios y otros bichitos.

Besos

Jesús Arroyo dijo...

Shikilla:

Te recuerdo que se pueden convertir en príncipes ¡jopetas!

Qué poco romanticismo...

Un beso guapa.