domingo, 12 de abril de 2009

CON UN APRETÓN DE MANOS


Comencé de chaval a conocer aquellos acuerdos que se hacían en las aldeas. Con un simple apretón de manos confirmaban el futuro de ella, el de él. Iban de una aldea a otra para ver quién tenía mejores sustentos y alrededor de una mesa de madera, con un vaso de vino en la mano, trazaban aquel futuro. Lo mismo hacían entre vecinos de la misma aldea, personas que se conocían desde niños. Nadie nuevo, nada nuevo. A veces salía bien, otras… ¿de quién era la culpa?

Mi tío estuvo hablando del encuentro durante todo el día. Mi tía caminaba de allá para acá, nerviosa. - Por más que se repite la historia no me acostumbro – decía –
siempre es igual, siempre ha sido igual. Entré hace unos minutos para verla, está bien preparada, no hay nada que temer. Pasé algo de cena y comió como siempre.

Antes de que amaneciera llegó aquel viejo. Aporreó la puerta y sin dar tiempo a que mis tíos abrieran, les llamó a voces. Bajé las escaleras con sumo cuidado, no quería que me descubrieran, sentía pánico y a la vez curiosidad. Ésta última vencía al miedo. Llegué hasta la puerta de la cocina y allí, con un café recién hecho y un vaso de orujo, preparaban los detalles. El hombre de la otra aldea se puso en pie y con aquella ronca voz se fue diciendo
– si es así, me parece bien, esta noche se hará.

Mis primas y yo estuvimos todo el día por el río. Nos hicieron unos bocadillos de matanza y nos metieron algunos refrescos en el zurrón. Ellas tenían una mezcla de alegría y pena. Manuela, la mayor, comenzó a decirme lo que pensaba. –
Aún es joven para el comienzo de esa nueva vida. Tiene cinco años ¡cinco! Hace cuatro días corría prado abajo y ninguna de nosotras pensaba en lo que ocurrirá esta noche. Me da mucha rabia, pero las costumbres de aquí son así. Difíciles de entender y de digerir, pero son así…. ¿Y él?... está acostumbrado a tirarse a todas las de la comarca. Si nos pusiéramos a contar hermanos de padre… ¡en fin!

Llegó la noche, en el cielo lucía una preciosa luna llena. No hicieron falta presentaciones, el semental envistió por detrás a la vaca y en cinco o seis segundos todo había terminado.


Jesús Arroyo
copyright Jesús Arroyo ©

21 comentarios:

roxana dijo...

que relato!
pasaba a dejarte un abrazo en este domingo de pascuas y veo que las cosas alla son asi!
buena semana Roxana

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

guau jesussito, un delicioso relato tuyo me encuentro a la vuelta.
un besote

Emilio dijo...

Jesús, me has hecho recordar mis días infantiles; algo de esto he vivido allá cuando en cada casa de las aldeas había unas pocas cabezas de ganado, sustento de muchas familias y complemento de los míseros salarios, hasta que llegó la modernidad, la UE (desUnión Europea) y ¡ala¡ a tomar vientos tradiciones, cultura popular, agricultura, ganadería y todo lo que se ponga por delante, coño, que 'pa eso semos uropeos'.

Ahora, los pueblos, llenos de giris los fines de semana con sus 'bemeuves', 'audises', etc. que ya ni se puede pasear tranquilamente por sus calles.

Lo dejo porque me cabreo y no quiero ensombrecer la belleza de tu relato.

Un abrazo.

Adelina dijo...

Jajaja. Yo recuerdo, cuando era pequeñita, que en el pueblo donde iba tenían encerrado un toro, que se lo echaban a las vacas.

Yo sentía mucha curiosdad, y un día me fui al pueblo que había al lado a presenciarlo. Alucinaba, jajajaja.

Un beso.

impersonem dijo...

Un magnífico relato de costumbres, escenas que me son familiares, mi espíritu y corazón son rurales y me ha gustado este relato.

abrazos.

Mª Rosa Rodríguez Palomar dijo...

Supongo que el apretón de manos y la palabra antes valían más que ahora. Relato costumbrista de algo que nunca he presenciado pero de lo que he oído hablar en muchas ocasiones a mis tíos en el pueblo.

De vuelta ya de mis minivacaciones, un abrazo y feliz pascua.

Аmanecer dijo...

Un relato fuerte, pero que en su momento y tiempo fuè tan real.
(No se si aùn siga, siendo asì).
En los pueblos aledaños, de la ciudad en que vivìa, decìan que tambièn habìan esos acuerdos.

Besos y muchos màs.

Jesús Arroyo dijo...

Roxana:
Fueron así. Ahora el semental es, en la mayoría de los casos, un veterinario (con o sin cuernos) con guante hasta el hombro y una jeringuilla muy laaaaaarga (he dicho jeringuilla)
Abrazo para tí.

M.Ángeles:
Claro, claro, tú de vuelta y yo aquí, sin irme de "santas". Menos mal que Mayo está a la vuelta de la esquina.
Un besote.

Emilio:
Así era y asi es, aunque aún hay pueblecios, aldeas, en los que se puede contemplar el vuelo de un buitre o la hermosura de un ternero en un prado sin que nadie te moleste. Sin nombres, para que nadie rompa esa paz.
Un abrazo.

Sakkarah:
¡Claro! El relato está basado en la vida de una aldea de Asturias (12 casas en la actualidad, 8 cuando yo era niño) y un toro semental hacía de padre de todos los terneros del pueblo. El toro pasaba, anulamente, de vecino en vecino.
Besos.

Impersonem:
Se "respiraba" de otro modo ¿verdad?
Un abrazo.

Shikilla:
Todo se acordaba con un apretón de manos. La compra-venta de tierras y ganado, de casas... Claro, ahora hay cientos de problemas legales o ilegales ¿las escrituras de propiedad? Pero así se las gastaban nuestros abuelos y bisauelos. Yo he sido testigo, y tengo 44 años, de como se cerraba, con un apretón de manos entre los padres de las criaturas (24 años el niño, 18 la niña), una boda con "yo pongo tierras y tú pones la casa y vacas". Vamos, igual que en el año 780.
Besazos.

Amanecer:
En las aldeas ya no suele pasar, todo es "inseminación artificial", aunque, de vez en cuando, se sigue haciendo así. Luego, el ternero, "no existe".
Besos.

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

Ya de regreso a casa, después de diez días pasados en Alemania con mi mujer, hijas, yerno y nietos, vengo a desearte, aunque con un poquito de retraso, una feliz Pascua de Resurrección.
Confío y deseo que al igual que para mí, hayan sido para ti unos bonitos días de familia y recogimiento.
Intentaré ir leyendo y poniéndome al días de tus publicaciones, ahora, recibe un afectuoso abrazo.
PD.
Las últimas poesías, como siempre, fabulosas. Felicidades.

Jesús Arroyo dijo...

Terly:
Gracias por tus deseos. Lo mismo para tí, para tu esposa, hijas, yerno y nietos, que seguro, habrás disfrutado de ellos como un pajarito cantor.
Yo, lo más alemán que he vivido, han sido unas salchichas con repollo.
Amiguete, nos iremos leyendo.
Un fuerte abrazo.

Elsa dijo...

Lo poco que conozco de la vida y de las gentes de los pueblos es a través de mis lecturas. No tengo pueblo y tampoco mis hijos lo han tenido, algo que me han echado en cara toda la vida jajaja, porque sus amigos sí que los han tenido y les ponían los dientes largos.
Mis vivencias, mis gentes, pertenecen a una pequeña capital provinciana (observa que no he dicho de provincias) con las cosas negativas de un pueblo y sin sus ventajas... Todo ésto de preámbulo para decirte, que qué suerte tienes y cómo he disfrutado leyéndote..

Mil besos.

Sol - Estaré siempre dijo...

Me hiciste acordar al campo de mis abuelos...
Me daba un poco de verguenza preguntar que hacia ese toro asi subido sobre la vaca???
Y me inventaban cualquier cosa...
Que solo juega Sol.. solo juega y yo preguntaba???
Estan seguros???
Una historia que me hace recordar .. y eso me gusta..adoro el campo y su vida!!!
Besos cielo, llenos de luz como siempre!!!
Espero hayas pasado un bello domingo de Pascuas!!!

Sol - Estaré siempre dijo...

ahhh y si.. es cierto hoy en dia.. los veterinarios hacen todo... ni ganas de juegar le dejan al pobre toro!!!
Besos de nuevo!!!

Malena dijo...

Hola Jesús.Venía a decirte que ya estoy de vuelta y me he quedado enganchada a tu escrito.

Al principio pensaba que hablabas de tratos para casamientos y no es extraño que pensara eso porque me crié en una sociedad multiconfesional y cultural en las que eso era normal.

Afortunadamente algo va cambiando y me has tenido engañada hasta el final. :)

Un beso y una rosa.

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

Yo he visto firmar esos contratos de apretón de manos. Eran los primeros años de los cincuenta, en la feria ganadera de Cáceres. El padre de uno de mis cuñados compraba y vendía grandes cantidades de cabezas de ganado cuyos contratos verbales eran firmados con un apretón de manos. ¡Que tiempos aquellos en que la gente se fiaba de la gente!.
Un abrazo, Jesús.

Tesa Medina dijo...

Así eran las historias en mi infancia rural, pero ahora van con un tubo aséptico y todo es frío y sin luna, ni campo, ni mugidos compartidos. Pero siempre nos queda soñar con tu relato.

Cada día escribes mejor, Jesús, te lo digo de verdad.

Más besos,

Sandra Figueroa dijo...

Que bello es recordar el campo donde creci, mi padre tenia vacas y tambien un semental, te dejo un beso, cuidate. Bello el texto.

Jesús Arroyo dijo...

Elsa:
La vida rural, bajo mi punto de vista, es más rica que la urbana. Mi ideal sería vivir en una aldea con una capital de provincia a pocos kilómetros. Ocurre que las exigencias del guión son otras.
Besos.

Sol:
Menudos sementales están hechos los veterinarios... jejej.
Un beso.

Malena:
De eso se trataba, factor sorpresa.
Los acuerdos de boda era algo tan normal... triste, muy triste, pero muy social.
Un beso.

Terly:
Aún hay aldeas, al menos por el norte de España, que se cierran de esta manera. La palabra va a misa y eso está muy bien.
Un abrazo.

Tesa:
Es cierto, nada tienen ya de románticos los encuentros entre vaca/toro, jeje.
Gracias y un beso.

Poetiza:
Eres una afortunada al saber lo que es el campo.
Los besos son para tí.

Sara dijo...

Mi querido amigo, aquí en La Robla se le llama el conrobla, a ese apretón de manos precisamente con el que las personas sellaban en la antiguedad cualquier trato, ahora en cambio... tienes que firmar 18.000 papeles y aún así....mirar la letra pequeña con lupa.Que asquito de humanidad, mejor dicho, de la humanidad que estamos perdiendo.
Un abrazote

Jesús Arroyo dijo...

Sara:
Has dado en el clavo. Esa humanidad, fiable, se pierde entre folios con membrete.
Un beso.

PIZARR dijo...

Me ha sorprendido, gustado e impresionado tu relato.

Al comienzo del mismo me venían a la mente las historias que contaba mi bisabuelo sobre las maneras de casar a los hijos en sus tiempos... jajajaaj... menos mal que tu hablabas de vacas.

Un saludo Jesús