Guardados los recuerdos en el último cajón de la cómoda… aquel que un día abres para limpiar polvo de brisas y descubres que la estampa interior te mira.
En recuerdo a Yoyo.
Quedamos aquella tarde de ciego ruido,
de fina lluvia otoñal salpicando las aceras.
¿Dónde ir que no se mojen nuestros cuerpos?
La terraza de Blanco es verano y primavera,
ahora estaría bien si no lloviera.
No soportaba aquella pista oscura
de una discoteca inoportuna
y, sin embargo, entramos
en su túnel de negrura.
Mis pulmones se ahogaban,
no por las copas imprudentes,
ni por las luces deprimentes
derramando pesadillas.
La opresión significaba ausentarme
para decir que te quería
con el miedo del pasado,
con el futuro ausente.
Salimos de aquel humo hacia la lluvia,
apoyados mis riñones en la baranda
de una terraza desvanecida,
el corazón latiendo como loco,
la mano en tu mano sostenida
y en tu cara, la sonrisa complacida
de saber el motivo de mi presencia.
Tres tentativas habladas,
dos negativas con los párpados cerrados,
una duda engalanada,
tras ella mi mirada, solo eso,
acompañaba, poco a poco,
tu cabeza a mi morada.
¿Eso es un sí? preguntaba
cerrando de nuevo tus ojos.
Allí quedaba la soledad pasada,
tortuosa, afligida, devorada.
Se cerró con un beso el sí de las dudas
y volvimos a Blanco
para mojar gargantas sin los cuerpos
ya que ellos entraban en deseo.
Te dejaba en el metro después de tres cervezas,
volvía con las aguas de dos aceras
esperando a un invierno apasionado
para morir en primaveras del olvido.
de fina lluvia otoñal salpicando las aceras.
¿Dónde ir que no se mojen nuestros cuerpos?
La terraza de Blanco es verano y primavera,
ahora estaría bien si no lloviera.
No soportaba aquella pista oscura
de una discoteca inoportuna
y, sin embargo, entramos
en su túnel de negrura.
Mis pulmones se ahogaban,
no por las copas imprudentes,
ni por las luces deprimentes
derramando pesadillas.
La opresión significaba ausentarme
para decir que te quería
con el miedo del pasado,
con el futuro ausente.
Salimos de aquel humo hacia la lluvia,
apoyados mis riñones en la baranda
de una terraza desvanecida,
el corazón latiendo como loco,
la mano en tu mano sostenida
y en tu cara, la sonrisa complacida
de saber el motivo de mi presencia.
Tres tentativas habladas,
dos negativas con los párpados cerrados,
una duda engalanada,
tras ella mi mirada, solo eso,
acompañaba, poco a poco,
tu cabeza a mi morada.
¿Eso es un sí? preguntaba
cerrando de nuevo tus ojos.
Allí quedaba la soledad pasada,
tortuosa, afligida, devorada.
Se cerró con un beso el sí de las dudas
y volvimos a Blanco
para mojar gargantas sin los cuerpos
ya que ellos entraban en deseo.
Te dejaba en el metro después de tres cervezas,
volvía con las aguas de dos aceras
esperando a un invierno apasionado
para morir en primaveras del olvido.
Jesús Arroyo
copyright Jesús Arroyo ©
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16 comentarios:
Ay, los recuerdos, Jesús, y cuántos sitios como Blanco, que eran verano y primavera. Creo que hasta los otoños en la juventud eran siempre primaveras, al menos vistos desde el hoy.
Besos
Que bonita!!!!como me ha gustado....es, tan....apropiada a todo el mundo, la podemos sentir todos tan nuestra, siendo tan tuya!!!!cuantos cajones abrimos, cuantos sies y noes de dudas...
Un abrazote sin dudas amigo
Es lo que tiene abrir los cajones del pasado y el recuerdo...
¡se encuentran tantas cosas!!.
Poema con sentimientos que hemos podido sentir todos alguna vez en la vida.
Precioso Chechu...:)
besazos miles.
Bellos recuerdos de una tarde de lluvia, incertudumbres, deseos y olvidos, pero después del invierno siempre llega la primavera.
Un abrazo
Muy bello cielo!!! De verdad... muchas veces pienso por que será que todos tenemos siempre ese cajón de recuerdos tan presentes... entonces no serin recuerdos.. seria querer volver a vivirlos al abrir ese cajón!!! Lo sientes??? Yo lo senti... GRACIAS POR ESO!!! Besos llenos de luz!!!
No puedo decirte nada, Jesús, que no te haya dicho ya con anterioridad. Tus poemas me encantan porque tienen una frescura que va directa al alma.
Un beso.
Los tres últimos versos son una joya.
Las primaveras del olvido
son las que más duelen.
Un abrazo
Shikilla:
Así es. Cuando eres "ese/a joven" la vida florece en otoño, nieva en primavera...
Besos.
Sara:
Es que es tema estándar. Vale para todos, jeje.
Un beso.
Lucía:
Jóvenes, somos jóvenes... ¿No era así la canción?
Besos mil.
Terly:
Aquella primavera... Comenzó otra historia también con poesía.
Un abrazo.
Sol:
Es la vida de cada uno lo que se guarda en ese cajón. Abrir ese espacio es conveniente.
Besos.
Malena:
Pues... solo siente.
Muchos besos.
Noray:
Siempre llegan primaveras y otoños. Cuando se tiene esa edad parece que solo existen esas dos estaciones pero siempre cambiadas.
Abrazos.
Precioso poema, haces revivir los recuerdos como si pudiera abrir el cajón, y abrir de par en par las hojas amarilleadas que guardo desde hace tanto tiempo.
un abrazo
Hermoso tus recuerdos, Jesùs!!
Cada recuerdo encierra una historia... Gracias por compartirla con nosotros!!
Besos y muchos màs.
Carver:
Sácalas al viento. De vez en cuando está bien recordarlas.
Un abrazo.
Amanecer:
Si lo pensamos, cada uno de nosotros tiene historias para escribir un libro.
Besos.
Jo Chechu, sabes que para mí estos poemas son una debilidad y lo bordas hermano, joer.
Un fuerte abrazo
Se cerró con un beso el sí de las dudas...
Esperanza implícita en el sentir, que confortamos con significados propios. Pues bien vale un beso, amigo mío, para un adíos sin retorno.
Buen findeeeeeeeeeee y
bss
bellos poema.
el paso del tiempo refleja el discurrir del camino, lo mejor es vivirlo.
¡ay el otoño, cómo sacude los recuerdos!
un beso
Chechu
pasaba para dejarte mils de petonets.
Miguel:
Recuerdos, recuerdos... La cómoda tiene la manía de abrir y cerrar sus cajones.
Un abrazo Miguel.
Supermamá:
Besas tantas veces...
Un beso.
Gaia:
El otoño, al final hace caer las hojas pero florecen los recuerdos.
Besos.
Marta:
Gracias, pasaré por tu "casa".
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