Los viernes, al término de la jornada laboral, teníamos por costumbre acudir a “Las Fuentes” para tomarnos un lingotazo a la salud, casi siempre, de los objetivos conseguidos. Si las ventas no acompañaban, el brindis se hacía por alguna clienta que le había tirado los trastos a algún comercial, por algún cliente que le había tirado los mismos trastos a una comercial, o a los trastos tirados dentro de personas de un mismo sexo, que, en esto del negocio asegurador, también ocurría.
La palma se la llevaba Silvia Ramiro, una espectacular mujer, con medidas fuera de lo común y labia dictatorial o envolvente, dependiendo de las necesidades del momento. Incluso, sus compañeros se hacían apuestas indicando el número de pólizas que Silvia firmaría aquella semana. Sin embargo, entre aquellos agentes de seguros se encontraba Cesáreo Callete, un muchacho al que le descomponían aquellas conversaciones. Todos pensábamos que tendría algún problemilla de un ayer injusto. Si podía escapar de aquellos comentarios jocosos y, en muchas ocasiones, desagradables y fuera de todo tono, lo hacía.
Un viernes, una batería de aquel cóctel de moda en los ochenta, llamado destornillador, hizo que su mente escupiera realidades. Nos quedamos estupefactos al escuchar su inclinación sexual. No porque no fuera posible, sino porque jamás habíamos escuchado dato similar de fidelidad.
En aquel grupo, como en cada patio de cada casa, había heteros, una gran mayoría; dos homosexuales, mujer y hombre; y un bisexual. Todos confesos si algo había que confesar, pero Cesáreo Callete no se encontraba entre aquellos moldes. Nos echamos a temblar porque algunos veíamos dos únicas posibilidades. Niños o ancianos era un crimen y animales se nos hacía un poco fuerte. Recuerdo que Adela comentó, por lo bajini, que a Callete le ponían fustas, cadenas y antifaces, pero la respuesta de Santiago resolvió el asunto.- Las fustas, cadenas y antifaces - dijo - ¿las dirigen personas o remolachas?
Silvia, normal en ella, estuvo hostigando a Callete durante toda la tarde hasta que éste, cansado ya de tanta duda, nos dijo – Estoy seguro que mi capacidad sexual es superior a la de cualquiera de vosotros – hizo una pequeña pausa, bebió y siguió diciendo – es más ¿quién de vosotros tiene sexo cuatro o cinco veces al día?
- Bueno, masturbarse no es tener sexo propiamente dicho – respondió Silvia con una sonrisa sarcástica - al fin y al cabo, todos disfrutamos de esos momentos.
- Sí, pero cualquiera de vosotros lo hacéis pensando en vuestra pareja, en vuestra vecina, en el tío del gas o, incluso, es un paso más dentro del acto sexual, dentro de los placeres amorosos.
- ¡Claro!
- ¡Yo no! Yo me amo a mi mismo, disfruto solo con mi cuerpo – bebió otro trago del cóctel y antes de salir por la puerta del bar sin despedirse, continuó diciendo – por eso soy autosexual.
La palma se la llevaba Silvia Ramiro, una espectacular mujer, con medidas fuera de lo común y labia dictatorial o envolvente, dependiendo de las necesidades del momento. Incluso, sus compañeros se hacían apuestas indicando el número de pólizas que Silvia firmaría aquella semana. Sin embargo, entre aquellos agentes de seguros se encontraba Cesáreo Callete, un muchacho al que le descomponían aquellas conversaciones. Todos pensábamos que tendría algún problemilla de un ayer injusto. Si podía escapar de aquellos comentarios jocosos y, en muchas ocasiones, desagradables y fuera de todo tono, lo hacía.
Un viernes, una batería de aquel cóctel de moda en los ochenta, llamado destornillador, hizo que su mente escupiera realidades. Nos quedamos estupefactos al escuchar su inclinación sexual. No porque no fuera posible, sino porque jamás habíamos escuchado dato similar de fidelidad.
En aquel grupo, como en cada patio de cada casa, había heteros, una gran mayoría; dos homosexuales, mujer y hombre; y un bisexual. Todos confesos si algo había que confesar, pero Cesáreo Callete no se encontraba entre aquellos moldes. Nos echamos a temblar porque algunos veíamos dos únicas posibilidades. Niños o ancianos era un crimen y animales se nos hacía un poco fuerte. Recuerdo que Adela comentó, por lo bajini, que a Callete le ponían fustas, cadenas y antifaces, pero la respuesta de Santiago resolvió el asunto.- Las fustas, cadenas y antifaces - dijo - ¿las dirigen personas o remolachas?
Silvia, normal en ella, estuvo hostigando a Callete durante toda la tarde hasta que éste, cansado ya de tanta duda, nos dijo – Estoy seguro que mi capacidad sexual es superior a la de cualquiera de vosotros – hizo una pequeña pausa, bebió y siguió diciendo – es más ¿quién de vosotros tiene sexo cuatro o cinco veces al día?
- Bueno, masturbarse no es tener sexo propiamente dicho – respondió Silvia con una sonrisa sarcástica - al fin y al cabo, todos disfrutamos de esos momentos.
- Sí, pero cualquiera de vosotros lo hacéis pensando en vuestra pareja, en vuestra vecina, en el tío del gas o, incluso, es un paso más dentro del acto sexual, dentro de los placeres amorosos.
- ¡Claro!
- ¡Yo no! Yo me amo a mi mismo, disfruto solo con mi cuerpo – bebió otro trago del cóctel y antes de salir por la puerta del bar sin despedirse, continuó diciendo – por eso soy autosexual.
Jesús Arroyo
copyright Jesús Arroyo ©
11 comentarios:
jejejejeje, amigo mio, es esa una nueva tendencia sexual??, es que yo ya me perdí jajajaja, eso es más que narcisismo???
Vaya con Cesáreo Callete, habló tarde pero se lució, ¡quedaría agustito! y los demás atónitos........
Un abrazote
Divertido, Jesús, muy divertido.
Un abrazo.
Como Sara, termino de descubrir otra tendencia sexual, jajaja.
Ainsss...si es que las copitas a deshora...jajaja.
Oyesss, es qué a los comerciales/as se les tiran los tejos:D
Me ha encantado.
Besazos mil.
jajajaja, lo que nos faltaba... por cierto la foto da grima y miedo.
Besucos
Sara:
Tal vez se abrió la puerta de su armario, aunque lo dudo porque nunca mas se supo.
Un beso.
Emilio:
Situaciones que nunca esperas.
Un abrazo.
Lucía:
Creo que tiene que ser una tendencia muy sosa y aburrida, aunque no todo el mundo disfruta de la misma manera.
Besos mil.
M.Ángeles:
Silvia Ramiro dijo lo mismo, jeje. Ella que creía que no existia varón que se resistiera a sus encantos... jejeje.
Eso de "besucos" me ha sonado a cántabro.
Besucos para ti.
A todos:
La historia de Cesáreo, aunque con trazos ficcticios, tiene mucho de verdad.
Abrazos.
Jajaja, pues casi que no es mala idea. Así nadie te da un mal rato, jajajaja.
Un beso, Jesús.
¡carajo!
pues yo creo que de esos hay varios, ¿narcisistas? sí, claro. Y que están encantados de haberse conocido. Y en el plano sexual por lógica habrá quien se excite sólo con su cuerpo.
un beso.
A mí, esa autosexsualidad, seguro que no me serviría ya que tengo la mala costumbre de mirarme de vez en cuando al espejo y lo que en él veo, no me pone nada... en absoluto... os lo juro.
Un abrazo.
Sakkarah:
Tu verás, tu verás... jejej
Besos.
María:
¿Varios?
No se, tal vez sea porque lo han probado poco.
Por cierto, en esta foto estás preciosa.
Un beso María.
Terly:
jejeje
A mi me pasa parecido. La diferencia es que no puedo llegar al espejo porque cuando sospecha que me acerco, el muy cabrito, se rompe.
Un abrazo.
Cesáreo Callete... ¿descendiente de Juan Palomo?...
Abrazos.
Impersonem:
Era descendiente de otro Juan, pero sí. jeje.
Un abrazo.
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