Podría contarle, querido lector (y
cuento), que la Lirios no ha sido feliz ni la tarde en la que por megafonía
de una iglesia de humilde barrio madrileño, sonaba el Ave María de Haendel y ella vestía de blancos tiros largos… y puros
(los tiros largos, quiero decir). Créanme ustedes que si en el cassette (no
había órgano) hubieran puesto una cinta de los
Chichos (con todos mis respetos hacia ellos) aquello habría sido mucho más…
natural.
¿Motivo? De todos es sabido que al
roro que en su nacimiento se le viste con mantilla bordada de envidia y sin seda natural pues…como la mona, envidiosa
se queda y eso es lo que le pasó hace ya cuarenta y… años.
Puedo decir esto con conocimiento
de causa porque, aunque creo que no estuve allí, conozco a “su mecenas” como si
le hubiera parido, vamos, que somos mucho más que buenos amigos, mucho más que
amantes, mucho más que uña y carne, mucho más que… y Mecenas dejó de serlo, en
primer capítulo, cuando en el avión Río-Madrid, le volvió a decir que no se
casaba si él se fugaba con ella a parajes donde todos les vieran. Sí, porque
eso también le gustaba a la Lirios, que la vieran y que se hablara de ella
aunque fuera mal. Claro está que la respuesta de Mecenas fue un segundo y
tajante NO. Entenderá el lector que con ese parentesco tan cercano y tan
político…
Llegó la tarde de la boda; se casó
con Fernando José, se cenó en abundancia y poca calidad, la Lirios lloró
también en virtual abundancia, se largaron a un hotel junto a la céntrica calle
Montera y dos días después, se fueron de viaje de novios al santo caribeño
donde todas las parejas, en aquellos años, aterrizaban. Por cierto, nunca he
entendido el motivo por el que se le denomina “de novios” a ese viaje, si la
pareja ya está casada como mandan santas madres.
A su regreso, santas madres
esperaban tras el cordón del “no pasar”; una para abrazar a Fernando José y la
otra para preguntarle a la Lirios por la recaudación de la boda (entonces las
bodas eran negocio, me acuerdo yo... de alguna). La Lirios se echó a llorar haciendo
entender a su progenitora que aquello no iba a ser camino de rosas, aunque,
curiosamente, sigue siendo la única pareja casada en esa amplia cepa de
divorcios, pero eso es otra historia a contar.
Llegó un fin de semana de
tranquilidad para Mecenas y su familia. Tras el desayuno del domingo, sonó el
teléfono, y Marimó, esposa de Mecenas, dijo… “es mi hermana, que te pongas”. Quedaron el lunes por la tarde en
una cafetería chupiguay de la
periferia madrileña, lugar donde años después y sin ser casual, los hermanos de
la Lirios montaron otro tipo de local chocolatero.
Se saludaron con dos besos de
mejilla, de esos en los que los labios nunca rozan piel y se rascan ambos
carrillos, se sentaron, pidieron un café con hielo y un poleo menta en copa de
balón con mucho hielo picado y ralladura de lima al estragón, ya pueden
imaginar la consumición de cada uno… y la Lirios dejó con desprecio un sobre de
estraza sobre la mesa con una frase al aire “estas fotos te las he traído del Caribe. Yo es lo que quiero. Tú mismo.
Ábrelas cuando llegues a casa y no esté mi hermana. Ya me dirás”.
La temática de aquellas fotos,
naturales de verdad… para el próximo lunes. ¿Les parece bien?
copyright
Jesús Arroyo ©
8 comentarios:
Querido Jesús: La historia de hoy flojea de morbo. Queremos carnaza!!!.
No, en serio. No puedes darnos para toda una semana lo que ya sabíamos. Que P.ton-Lirios acababa en los altares con su Fernando José estaba cantado. No querrías que acabase con Mecenas, ¿verdad?. Ese pavo, al que al parecer conoces, sabe lo que se teje y donde sentar sus reales.
Pero toda una luna de miel, todo un "viaje de novios" (aunque no fueran ya novios y estuviesen santamente matrimoniados, AveMariadeHaendel incluido) sin que nos des algúin detallito, por nimio que sea, algún escarceo de la Lirios en donde el Santo del Caribe, un poco de teta, por dios!!!.
En fin, querido, tu sabrás lo que haces, pero o le echas carne al asunto o esto no vende ni de coña, eh?.
Al menos espero que en el próximo nos pormenorices el contenido de ese sobre de fotos, que seguro que son cosas guarrillas que la Lirios le quiso regalar a Mecenas... por si al fin caía.
A ti lo que te pasa es que te gustan los chismes de portería.
Chico duro el mecenas ese, que no sucumbe ante las malas artes de semejante elementa.
Esperaremos con el ojo en la mirilla al siguiente capítulo.
Besotes.
Manejas la narrativa con verdadera destreza. Me divierte mucho la mordacidad en la que sabes hacer derivar la ironía. Esperamos la próxima entrega...
Un abrazo.
Este personaje que te posee en los últimos tiempos empieza a no tener suficiente contigo y nos está enganchando a los demás y encima lo cuentas tan bien...
Sería bueno que todo el mundo leyera de vez en cuando a tu Lirios, a ver si les sale una sonrisa, que es muy sano y cura las ganas de fastidiar a los demás.
Besitos
¡¡ Bueno, bueno, buenooo...!!
Coincido con Manuel, ¿cómo se te ocurre, dentro de una luna de miel, todo un viaje "de novios" pasar por el tema (conociendo a la Lirios) tan light..., no, no, queremos algo más...y mira sí,nos gustan los chimes de portería;))
Como bien dice Rosa ¡enganchas!, si ya apuntabas maneras, ya, jejeje.
No creo que mis virus resistan una semana para saber más, por diog adelanta argo.
Besazos mil, chico guapo.
PD: En el tema de las foticos...un pelín más explícito, porfas.
Excelente, tu agilidad con el lenguaje es admirable... un texto muy dinámico, de cada frase surge un fotograma.
Saludos.
Nopuido, nopuido...
Gracias, chicas/os.
Publicar un comentario